*Por Juan Parodi
El presente y futuro de la Sustentabilidad nos desafía como personas y también a nuestras organizaciones: no por su dinámica sino por su dimensión. Las organizaciones que hoy están transitando ese camino nos enseñan la lección central: para lograrlo necesitamos un cambio profundo de mindset.
Vivimos en una era de transformaciones profundas donde la Sustentabilidad se ha convertido en un pilar crucial para las organizaciones globales. Este cambio no solo requiere una adaptación operativa sino también un cambio profundo de mentalidad o “mindset”.
Para acometer este desafío es imperativo comprender los procesos de transformación necesarios para que las organizaciones integren aspectos ESG (ambientales, sociales y de buen gobierno), a la vez que mantiene su competitividad y capacidad innovadora.
La Unión Europea (UE) y Estados Unidos están liderando esfuerzos para transformar sus economías hacia modelos bajos en emisiones. La UE, con su Pacto Verde Europeo, aspira a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030 y ser climáticamente neutra para 2050. Este enfoque regulatorio en temas ambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) nos obliga a una adaptación constante.
Aunque pueda parecer distante para América Latina, directivas europeas como la de Diligencia Debida o aquella contra la deforestación tendrán un impacto directo en las cadenas de suministro globales. Las empresas que no se adapten a estos cambios regulatorios podrían enfrentar serias barreras comerciales.
El camino es claro. Nos encontramos en un momento donde las organizaciones deben transformarse ya sea por necesidad o por visión. Esa transformación exige que las personas sean las protagonistas del proceso dado que su éxito depende de que nadie se quede atrás ni fuera de esta visión de futuro. Y ese camino se recorre construyendo las capacidades y habilidades en las personas para que nos permitan ir de la ambición a la acción, apoyándonos en quienes lideran e inspiran a otros a hacerla realidad.
Mirar al largo plazo es fundamental para la viabilidad y el éxito de las estrategias de descarbonización, especialmente en la lucha contra el cambio climático. Estas estrategias requieren una planificación cuidadosa de escenarios futuros e inversiones que quizás no ofrezcan retornos inmediatos. Si nos enfocamos solo en el corto plazo, corremos el riesgo de perder oportunidades para impulsar la innovación en sostenibilidad, desarrollar el capital humano y gestionar eficazmente los riesgos sociales y medioambientales. De hecho, las empresas con una visión a largo plazo superan a sus competidores en términos de ingresos y ganancias.
Para esto es esencial la calidad de su liderazgo, para poder elevar la ambición que estos
tiempos nos requieren. Es ir más allá de lo que el compliance nos exige, y convertir a la
sustentabilidad en una oportunidad estratégica para el negocio. De aquí al 2050, se estima que el PIB mundial crecerá un 25% por la transición a una economía baja en emisiones.
Representa una oportunidad de al menos 50 billones (millones de millones) de dólares. Nuestra ventana de oportunidad no es “a pesar de” la transición energética, sino “gracias a ella”.
Esta es una lección que hemos observado en Olivia mientras vemos a organizaciones y empresas de todo el mundo acelerar su transición hacia la sustentabilidad. Un error común es
creer que podemos hacer las cosas solos. Los cambios profundos requieren de colaboraciones con agentes que están fuera de la empresa. El resto está en converger y colaborar inclusive con aliados que consideramos improbables.
Desde Olivia, vemos este potencial. Están en una posición única como agente catalizador del cambio. El foco debe estar en centrarnos en las personas, lo que nos permite anclar la transformación hacia la sostenibilidad en las necesidades de aquellos que serán impactados
por el cambio.
*Es consultor en sostenibilidad, facilitador, especialista en diseño de comunidades.
