La bodega que forma parte del grupo Concha y Toro avanza a paso firme en su compromiso con la sustentabilidad
Al pie de la Cordillera de los Andes, en la provincia de Mendoza, Bodega Trivento se afianza desde 1996 en transitar el camino de la sustentabilidad centrando su accionar en las personas. A partir de 2015, formalizó sus iniciativas sociales y ambientales incluyéndolas dentro de la estrategia de la compañía para darle mejor seguimiento a las acciones emprendidas y establecer objetivos claros en su modelo de negocio.
En su recorrido por formalizar la sustentabilidad, se unió a Pacto Global y logró la certificación como empresa B, una herramienta que le permitió evaluar exhaustivamente el desempeño hasta ese momento. “Esta certificación fue fundamental para identificar áreas de mejora y fortaleza en nuestras prácticas empresariales”, afirma Mercedes Álvarez, sugerente de Sustentabilidad de Trivento.
De esta manera, en 2022, decidieron consolidar las áreas de Ambiente, Seguridad, Calidad y Sustentabilidad bajo la misma subgerencia. “Este cambio permitió gestionar de manera más efectiva desde nuestra área y establecer una conexión directa con las operaciones, reportando directamente al Gerente General. Además, nos coloca en una posición estratégica para participar activamente en la mesa de discusiones y decisiones de la empresa”, amplía Álvarez.
En respuesta a la necesidad de transformación y capacitación de los operarios, la bodega implementó el proyecto Aula Abierta. Muchos colaboradores no tenían capacidades para seguir pautas de trabajo o ingresar información en una computadora, lo que llevó a la empresa a reconocer la importancia de contar con personal más capacitado, ofreciendo a los colaboradores la oportunidad de continuar con sus estudios.
Para apoyar este proceso, se implementó un programa de mentoreo, donde colaboradores que ya habían completado sus estudios asumieron el rol de mentores para aquellos que estaban en proceso de aprendizaje. Desde su inauguración hace 15 años, ya hay más de 100 egresados.Este año, la iniciativa se abrió a la comunidad, lo que permitió a los colaboradores compartir sus experiencias y motivar a otros. Esta acción no solo permitió ascensos dentro de la compañía, sino que también abrió oportunidades laborales en distintas categorías y ubicaciones. Este enfoque se enmarca dentro del programa Vientos de Oportunidad, que incluye acciones educativas e inclusivas como becas para el personal y sus hijos a través de Fonbec. A cambio de estas becas, se les pide un buen rendimiento académico.
En línea con sus iniciativas de triple impacto, la bodega lanzó el White Malbec, un vino concebido con una perspectiva social, elaborado a partir de uvas tintas, con el que sus ventas financian las becas para la comunidad (estudios primarios, secundarios y terciarios).
Cuidar el ambiente
En el árido paisaje de Mendoza, donde el agua es un recurso escaso, la bodega centró sus esfuerzos en mitigar el impacto hídrico. El 96% de sus viñedos cuenta con sistemas de riego por goteo, mantenidos de manera óptima, lo que ya representa un ahorro del 45% en comparación con el riego tradicional.
Además, implementaron el riego de precisión, un enfoque que implica un profundo conocimiento del suelo y clima. Para lograrlo, cuentan con un equipo de I&D que analiza constantemente el suelo, estudia la genética de las plantas y recopila datos de las estaciones meteorológicas, con el objetivo de entender de manera precisa cuánta agua se necesita en cada ubicación y momento del día.
Con 1652 hectáreas distribuidas en 12 viñedos, Trivento está implementando tecnologías avanzadas para extrapolar y utilizar de manera más eficiente los datos recopilados. “Es clave destacar que mantenemos un enfoque riguroso con el mantenimiento y seguimiento de todas nuestras iniciativas, asegurándonos de no desperdiciar recursos”, remarca Álvarez.
Si hablamos de las emisiones de gases de efecto invernadero, la compañía estableció un ambicioso plan para reducirlas, con el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para el 2050 y una disminución del 50% en su huella de carbono para 2030. En este compromiso el 20% de las emisiones está asociado al uso de energía.
Como parte integral del plan de eficiencia energética, identificaron y abordaron sus mayores consumos. El año pasado realizaron la transición a equipos de refrigeración más eficientes y se establecieron procedimientos para apagar algunos equipos durante los fines de semana. Además, en 2019, dieron un paso significativo al instalar la planta fotovoltaica más importante de la industria vitivinícola. Con 918 paneles solares en los techos de la bodega, esta instalación genera 505MWh de energía renovable al año, lo queles permitió reducir un 10% de la electricidad que compran en Maipú.
“Entendemos que la disponibilidad de electricidad renovable en Argentina es limitada y que la mayoría de la capacidad ya está consignada. Ante esta situación, adoptamos una estrategia proactiva al adquirir Certificados de Energía Renovable (Renewable Energy Certificates ó REC). En este caso, le compramos a San Pedro III: una planta solar ubicada en el Desierto de Atacama, Chile. Esta planta no solo genera energía para la comunidad local, sino que nos permite adquirir el atributo de renovabilidad para neutralizar nuestras emisiones de origen eléctrico y lograr reducir nuestra huella global en un 11%”, argumenta Álvarez.
En cuanto al desafío en la gestión de residuos sólidos orgánicos, Trivento enfrenta de manera proactiva la gestión de éstos generados durante el proceso de vinificación, que representa el mayor volumen de los desechos. Es así que recicla el 96% de sus residuos, enviando solo el 4% a vertedero: eliminaron los plásticos de un solo uso de los comedores, colaborando con los recuperadores urbanos y clasificando plásticos que anteriormente no tenían un destino adecuado. Además, establecieron un acuerdo con la penitenciaria para proporcionar flejes y así fomentar la elaboración de canastos por parte de los reclusos.
Actualmente, la compañía investiga con sus proveedores para cambiar el liner de las etiquetas, que contienen papel con silicona y hace que no sea reciclable.
“Un desafío próximo en el que estamos trabajando es la reducción del peso de las botellas, dado que el peso del vidrio es el 30% en la huella de Trivento y de la mayoría de las bodegas. Comunicar este cambio al consumidor es clave para evitar que se perciba como una baja de calidad. Este es nuestro desafío, seguir trabajando para entender cómo impactamos y cómo podemos ponderar los impactos positivos y disminuir los negativos. Y que el consumidor lo perciba y lo valore, porque es ahí cuando tenemos los tres pilares en equilibrio”, finaliza Álvarez.