De cambio climático a crisis climática: la lucha liderada por los movimientos juveniles

Marcha liderada por movimientos de jóvenes

Por Fiorella Lotti

Los jóvenes tomaron las riendas de la batalla contra la crisis climática. Qué presenta este cambio de paradigma y cómo se organizan para reclamar por su presente y futuro.

De un tiempo a esta parte dejamos de escuchar “cambio climático” para empezar a hablar de “crisis climática” o “crisis medioambiental”. Este cambio de paradigma tiene una base científica y busca que la sociedad entera tome conciencia de que las consecuencias del calentamiento global están ocurriendo ahora, y que es hoy cuando se deben tomar medidas para revertirlo.

“El concepto de crisis climática viene a plantear la situación de urgencia en la que se encuentra el mundo por la acumulación de gases de efecto invernadero, sobre todo de CO2, y que el Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC) resalta en el informe presentado el año pasado en la ONU”, describe Andres Nápoli, presidente de FARN.

Uno de los mensajes fundamentales arrojado de forma contundente por el informe es que ya estamos viviendo las consecuencias de un calentamiento global de 1 °C, con condiciones meteorológicas más extremas, crecientes niveles del mar y un menguante hielo marino en el Ártico, entre otros cambios.

El Acuerdo de París, aprobado por 195 Naciones en diciembre de 2015, incluyó el objetivo de reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, y para ello “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales,  y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura”.

Sin embargo, hasta acá, los países se han ingeniado para patear para adelante cualquier tipo de soluciones que suponga realizar ajustes en sus economías o en sus modos de producir para bajar las emisiones. “De ahí el fracaso del convenio de Kioto, que fue el primer instrumento de implementación que tuvo el Convenio de Cambio Climático, y después de muchos años se encontró un nuevo instrumento en el Acuerdo de París, aunque desconocido por EEUU, el segundo generador de gases de efecto invernadero en el planeta”, explica Nápoli.

Andrés Napoli, presidente de FARN.

Y agrega: “eso demuestra una complejidad y la necesidad de cambiar de paradigma: hasta acá, los acuerdos entre países no han generado respuesta, entonces las sociedades a través de los colectivos jóvenes están buscando respuestas. Cambio de paradigma que pasa de los países a las sociedades pero que necesariamente tiene que repercutir en políticas públicas”.

Hablamos de las generaciones futuras pero la ciencia dice que la crisis climática es eminente y que sus consecuencias no se dan dentro de 100 años, sino dentro de muy pocos. Es así como las nuevas generaciones se apropiaron del tema, porque las consecuencias las van a sufrir ellos mismos en la evolución de sus vidas. “Se plantea que estamos muy cerca de un límite de emisiones que se puedan soportar hacia el año 2030. Entonces es lógico que las juventudes tomen el tema por sí mismos porque son ellos los que están en posición de reclamar soluciones porque van a sufrir las consecuencias”, precisa.

Los movimientos jóvenes en Argentina y el mundo

A nivel mundial, Greta Thunberg, con tan solo 16 años, se ha convertido en referente indiscutida de los movimientos juveniles contra el cambio climático. La activista medioambiental sueca conformó en 2018 el movimiento de huelga climática FridaysForFuture (FFF), replicado en diversos países del mundo.

Sin embargo, su exposición genera dudas sobre el financiamiento que recibe su lucha: su jefe de prensa, Daniel Donnerde forma parte del equipo de Comunicaciones Estratégicas de la EuropeanClimateFoundation (ECF). Entre los grupos económicos que forman parte de la ECF está BloombergPhilanthropies, fundación del magnate estadounidense Michael Bloomberg que además es candidato a las primarias del Partido Demócrata y podría competir con Donald Trumpel próximo año.

Inspirados en Thunberg, cada viernes un grupo de jóvenes con una edad promedio de 20 años se reúne en distintas plazas argentinas. Con sus pancartas y gritos intentan concientizar a la población y exigir a los gobernantes que tomen medidas para frenar la crisis climática. Se consideran un movimiento apartidario, están en varias provincias y denuncian que los políticos tradicionales evitan los temas ambientales para privilegiar sus negociados con las empresas.

Thomas Cafera tiene 17 años, estudia artes gráficas en el nivel medio, y se unió a FFF porque “ya no tenemos tiempo para hablar sobre el cambio climático, desgastamos prácticamente todos los recursos que existen en el planeta hasta el punto de llegar a una crisis, y tenemos que  empezar actuar”.

“Hoy somos muchas personas, y nos organizamos de manera horizontal, no hay nadie superior en nuestro movimiento, y nos juntamos los viernes en comisiones de trabajo. Seguimos un objetivo principal que es concientizar a las demás personas y exigir a los políticos y a los líderes de opinión hacer un cambio”, explica.

Las estructuras horizontales son algo que caracterizan a los movimientos juveniles. Jóvenes por el Clima (JOCA) surgió de un grupo de adolescentes de entre 15 y 23 años que se dio cuenta de una problemática que vulnera sus derechos y los de toda la sociedad.Se organizan en asambleas, se reúnen una vez por semana, articulan con diferentes personas y movimientos y todos los militantes aportan lo que pueden.

Sol Feldszteinl estudia Derecho en la UBA y comenzó a militar en JOCA porque considera que la crisis climática es una problemática fuertemente vinculada con los derechos humanos. “Si los jóvenes no activamos, que somos los que vamos a vivir las consecuencias, y le damos voz a los sectores más vulnerables que ya las estan padeciendo, ¿quién lo va a hacer?”.

El pasado 15 de marzo la juventud alrededor del mundo decidió encabezar un proceso histórico de lucha contra los devastadores efectos de la crisis climática. En Argentina se produjo una jornada sin precedentes liderada por JOCA, que logró una convocatoria mayor a 5.000 manifestantes activos frente a las puertas del Parlamento.

Sol Feldsztein, militante en JOCA.

“Dejamos de hablar de cambio y empezamos a hablar de crisis porque esto está sucediendo ahora, no es algo que va a pasar dentro de 20 o 30 años. Ahora necesitamos resolver esta problemática, no puede seguir siendo contemplada como algo a futuro. Los medios hegemónicos hoy son funcionales a los grupos privilegiados que no sufren la crisis en carne propia, por lo que solo difunden esta problemática como algo a futuro”, expresa Sol.

Otro movimiento que surgió en el mismo tiempo es ExtinctionRebellión (XR), también de origen extranjero. La diferencia es que este grupo está liderado por una ex funcionaria pública: Flavia Broffoni. Fue Directora General de Estrategias Ambientales en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires  (2014-2016) y Gerente de Sustentabilidad de Tetra-Pak, además de participar de diversas ONGs vinculadas al medio ambiente, experiencias que para ella fueron “espacios de activismo fallido o insuficientes”.

XR Argentina es un movimiento global de desobediencia civil pacífica muy joven, de base científica y por los derechos humanos. “La desobediencia civil como estrategia para el cambio creo que es hoy la única manera de forzar a la política a hablar de esto y profundizar un debate democrático”, sostiene.

“Empecé sola y ahora somos un movimiento consolidado. En términos de participación, somos mayoritariamente mujeres,  generacionalmente mucho más jóvenes que yo que tengo 36 años. Y hoy estamos financiándonos con aportes voluntarios de personas a través de crowfounding y con fondos semilla de XR internacional que hemos usado para rentar un espacio y solventar algunas posiciones de trabajo en base a lo que es un salario digno en argentina”, describe.

Desafíos y reclamos

A partir de la primera movilización global contra la crisis climática, las barreras sociales que impedían un debate más profundo sobre los actores económicos y políticos que incidieron en esta problemática que afecta a millones de personas se derribaron. Sobre todo si se tiene en cuenta que se hizo público el listado de las empresas que producen el 71% de los gases de efecto invernadero.

“Multinacionales dedicadas a la industria de la quema de combustibles fósiles, corporaciones que lucran a partir de la utilización de agroquímicos y empresas megamineras son la razón de la crisis climática, ecológica y ambiental que actualmente estamos atravesando y cuyas consecuencias más dañinas recaen directamente en los sectores populares y el futuro de la juventud”, expresa Bruno Rodríguez, referente de JOCA.

Y denuncia: “Estas industrias de la muerte y de la depredación ambiental depositan sumas millonarias de dinero en las campañas electorales de quienes supuestamente se dedican a velar por los intereses de las mayorías y escuchar las demandas de la juventud”.

Por su parte, Broffoni apunta: “Declarar la emergencia ecológica y climática no es sacar un papel del Senado como sucedió, es planificar la política pública asumiendo que los drivers de degradación son los que primero tienen que transformarse. No importan las políticas de reciclaje sino discutimos los dos troncos fundacionales sobre los que se ampara nuestra economía: agroindustria y extracción de combustibles fósiles”.

En esa misma línea, Bruno Giambelluca, coordinador de campaña de Clima y Energía de Greenpeace, organización que colabora activamente con FFF, explica: “Los reclamos principales apuntan al cambio de políticas sustanciales o cumplimiento de leyes y normativas, apuntadas al plano ejecutivo del país. También le reclamamos a las empresas que desmontan, que no cumplen con la ley de bosques, que depredan el océano, y a la expansión del agronegocio tanto para carne como para soja”.

Bruno Giambelluca, coordinador de campaña de Clima y Energía de Greenpeace.

“En los últimos 30 años de sustentabilidad corporativa, y habiendo estado de ese lado del mostrador, afirmo que aún teniendo conocimiento sobre esta verdad científica tanto las corporaciones como los gobiernos siguen planificando sus horizontes de crecimiento en función del aumento del PBI por un lado y de las ganancias por el otro. Esto ya no es posible, mientras la ciencia dice que tenemos que iniciar un proceso de descrecimiento, las planificación de las políticas públicas y corporativas siguen reproduciendo la lógica de crecimiento, acelerando el proceso de extinción”, describe la líder de XR.

En conclusión, los desafíos son múltiples para el sector público y privado. El primero tiene que incorporar una agenda pública, que hoy no está, a pesar de que recientemente se sancionó la Ley de Cambio Climático. En Argentina existe una contradicción al afrontar los compromisos con el cambio climático y adoptar el Acuerdo de París, mientras por otro lado se busca producir el mayor yacimiento del mundo de hidrocarburos en Vaca Muerta. El segundo, responsable de las inversiones que finalmente empujan los procesos que generan mayores emisiones, debe adaptar sus mecanismos porque las empresas van a empezar a ser castigadas por los consumidores y van sufrir en términos de marca, como ya sucede en distintos países del mundo.

El cambio climático desde una perspectiva de género

Los jóvenes no solo se apropian de temas como el cambio climático, sino que también luchan en la trinchera de batallas relacionadas con la igualdad de género y la diversidad. La crisis climática afecta de manera desigualdad a hombres y mujeres: mientras las mujeres contribuyen menos que los hombres al cambio climático, son las más afectadas.

“Como resultado del cambio climático global, las catástrofes naturales son cada vez más frecuentes y severas. Las consecuencias no son las mismas para todos y es la población con menos recursos, conformada en un 70% por mujeres, la más afectada”, subrayó Greenpeace en un comunicado.

En ese aspecto, desde Jóvenes por el Clima aseguran: “Cuando nosotros hablamos de la crisis climática, la entendemos de otra forma: como un problema totalmente social y una violación de derechos humanos que no requiere cambios que dependen de cada uno, sino medidas estructurales.Cuando lo empezamos a hablar como un tema social es cuando empieza a pegarle a la gente, porque si no es como algo ajeno, como si por un lado estuviera la pobreza y por otro, la crisis climática. O como si estuviera el feminismo y la crisis climática. No, no: van de la mano. La crisis climática es transversal a todo y aumenta todas las desigualdades que ya hay.”

“Es fundamental entender que sin justicia ambiental el feminismo está dejando de lado compañeras que hoy en día están viviendo las consecuencias de esta temática. No es casual que la mayoría de las veces sean las mujeres las que encabezan luchas ambientales. Muchas veces, la feminización de la pobreza, hace que las consecuencias de las problemáticas socioambientales y del cambio climático recaigan con más fuerza sobre las mujeres, a quienes nuevamente se les asignan las tareas de cuidado”, determinan.

En ese sentido, “la crisis climática tiene sus raíces en cómo se han diseñado las instituciones y la construcción societaria bajo rasgos patriarcales. No estaríamos en una crisis como la actual si la sociedad moderna no se hubiera constituido por el patriarcado como fuerza opresora, con lo cual es esperable que en el corto plazo sean luchas que vayan de la mano y van a ser las mujeres de forma colectiva las que estén al frente de estos procesos de movilización ciudadana”, afirma Broffoni.

“El término crisis tiene otro peso: los compromisos de los gobiernos son escasos, lentos e insuficientes para frenar la crisis climática que estamos viviendo. Es necesario actuar y dejar de hablar”, concluye Giambelluca.

Movimientos juveniles vs ONGs

Si bien los movimientos juveniles se interrelacionan con las ONGs vinculadas a temáticas medioambientales y comparten espacios de luchas, de alguna manera no se sienten representados por el tipo de acción que han venido llevando. “Es lógico que cuestionen a nuestro sector, el de las ONG tradicionales y globales que en pos de una mayor articulación y de lograr efectos de negociación a diferentes países e instituciones que pueden generar cambios positivos, han tenido un perfil bastante bajo y muy conciliador”, admite Manuel Jaramillo, Director General de Fundación Vida Silvestre.

Manuel Jaramillo, presidente de Fundación Vida Silvestre.

Las nuevas generaciones se aglutinan en movimientos sociales horizontales, no en organizaciones, como símbolo de su rebeldía juvenil. “Esa rebeldía que tiene todo lo bueno que implica generar cambios rápidos, pero que necesita ser encausada para que esos cambios que promueve sean positivos, duraderos en el tiempo y que generen soluciones a los problemas que se identifican”.

“En las manifestaciones de jóvenes, en las que muchas veces participamos, es muy interesante ver el entusiasmo y compromiso que demuestran por estos temas, y cómo suman variables. Me parece muy bueno que los jóvenes se unan para luchar por las causas que ellos consideran justas, el problema es que si no tienen un foco o una estrategia y no son contundentes a la hora de comunicar qué y cómo quieren modificar es muy difícil transformar esto en una solución. Animo a que estos movimientos, sin perder su esencia activista, empiecen a tener pedidos más concretos y gestiones más concretas para resolver sus necesidades. Sino solo contribuyen a visibilizar un problema, lo cual es sumamente necesario”, advierte.

Informe especial del IPCC sobre el calentamiento global de 1,5 °C

El IPCC es el principal órgano internacional encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático, sus impactos y sus futuros riesgos potenciales, así como las posibles opciones de respuesta.

En el informe se destaca una serie de impactos del cambio climático que podrían evitarse limitando el calentamiento global a 1,5 °C en lugar de 2 °C, o más. Y asegura que cada porción extra de calentamiento tiene importancia, especialmente en la medida en que un calentamiento de 1,5 °C o más incrementa el riesgo asociado a cambios duraderos o irreversibles, como la pérdida de algunos ecosistemas.

En el informe se afirma que si se permite que la temperatura global supere o “sobrepase” 1,5 °C, sería necesario depender en mayor medida de técnicas que absorbieran CO2 de la atmósfera para volver a un calentamiento global inferior a 1,5 °C en 2100.

El Resumen para responsables de políticas (RRP) del Informe especial sobre el calentamiento global de 1,5 °C (IEsp15) se puede consultar en http://www.ipcc.ch/report/sr15/.

 

 

 

 

 

 

 

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