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“El mayor desafío fue adaptar los requerimientos de Sistema B al tamaño y diversidad de La Anónima”

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Nicolás Braun, gerente general de La Anónima.

Con más de 100 años de historia y fuerte presencia en la Patagonia y en ciudades medianas de todo el país, La Anónima se convirtió en la primera cadena de supermercados de Argentina en certificar como Empresa B.

La certificación no llegó de un día para el otro. Según nos cuenta Nicolás Braun, gerente general de La Anónima, uno de los mayores desafíos fue adaptar los requerimientos de Sistema B al tamaño y diversidad de la compañía, que tiene más de 11.000 empleados, 169 sucursales y presencia en 89 ciudades. Decidimos avanzar de forma gradual, midiendo el impacto en cada etapa. Así fue como logramos una transformación sólida y sostenible”, explicó.

Si bien muchas prácticas ya estaban en marcha, el proceso de evaluación B ayudó a poner todo en papel, medir, formalizar y mejorar. Algunas de las transformaciones que destaca Braun fueron: “la medición de la huella de carbono en Alcance 1, 2 y 3; la implementación de programas sociales a escala nacional, junto con los voluntariados corporativos; la gestión de diversidad e inclusión;la puesta en marcha de un programa de medición de triple impacto que abarca nuestra cadena de valor; y la implementación de iniciativas que generan sinergias en los tres impactos”, asegura.

En línea con esto, la compañía implementó un Sistema Integral de Gestión Ambiental en todos los negocios y mide su impacto mediante indicadores alineados con la metodología GRI. Entre los avances logrados, destacan:

  • Medición de la huella de carbono en Alcance 1, 2 y 3.

  • Gestión integral de residuos con segregación en todas las instalaciones: hoy reciclan el 47% de lo que generan.

  • Recambio de luminarias a LED en el 99% de los locales.

  • Eliminación de bolsas plásticas tipo “camiseta”.

  • Reutilización de agua en plantas industriales.

  • Mejora continua en los sistemas de tratamiento de efluentes líquidos.

  • Plantación de árboles y renovación de heladeras por modelos de bajo consumo.

Además, se sumaron nuevas prácticas como voluntariados corporativos, programas sociales a escala nacional, estrategias de diversidad e inclusión y una matriz de triple impacto para evaluar cada vez que se abre una nueva sucursal.

Otro de los puntos fuertes de la compañía es su conexión con las comunidades locales, sobre todo en la Patagonia. Y eso fue clave para llegar hasta acá. “El diálogo con las autoridades locales y la buena recepción de nuestras propuestas fueron fundamentales para identificar desafíos y encontrar soluciones”, resaltó Braun.

A futuro, la empresa planea seguir invirtiendo y abriendo nuevas sucursales, para que su propuesta de productos y servicios llegue cada vez a más ciudades de Argentina.

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