(*) Por María Eugenia Bellazzi
Estamos en la era de las redes sociales, los canales de comunicación y la tecnología que nos provee al alcance de la mano la información que necesitamos para la toma de decisiones como consumidor, colaborador, inversor y ciudadano.
Este escenario convive con la demanda de cada vez más personas que queremos conocer
qué hacen las organizaciones, qué piensan sus líderes, quiénes las conducen, cuál es su postura sobre temas de agenda social y ambiental, cuál es su propósito e impacto.
En particular en el sector privado, la rendición de cuentas tomó en estos años un protagonismo sin igual por varias razones: el avance de las regulaciones y la definición de un
reglamento de taxonomía europea; las exigencias de certificaciones; los ratings de sustentabilidad; el mercado de capitales con la lupa en los aspectos sociales, ambientales y de buen gobierno corporativo… todos los escenarios piden a las empresas reportar, definir sus riesgos e impactos de forma sistematizada, seleccionar indicadores y establecer metas a futuro.
No vasta con una declaración de sustentabilidad si no hay indicadores ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) que los sustente, y no vasta los indicadores ASG si no se establecen desafíos de mejora a futuro.
Es mucho. ¿No?
Antes las empresas “cumplían” con responder a los accionistas e inversores con una rentabilidad positiva, aumento en las ventas y una productividad efectiva.
“No vasta con una declaración de sustentabilidad si no hay indicadores ASG que los sustente…”
Hay una falta de conocimiento técnico dentro de las compañías, muchas veces escasos recursos para hacerlo; y, fundamentalmente, falta de tiempo para sistematizar información
ante la vorágine de pedidos.
Afortunadamente, estos nuevos requisitos vienen acompañados
de la innovación tecnología que también nos está mostrando una evolución en nuestra vida cotidiana.
Es ahí, donde las empresas deben apalancarse para que estos procesos de sistematización,
medición y relevamiento de los indicadores ESG, que tan responsablemente fueron elegidos,
puedan gestionarse en procesos sólidos, transparentes y eficaces.
En este sentido, actualmente están surgiendo plataformas, herramientas a medida y sistemas digitales que les permiten a las empresas tener un tablero de control de sustentabilidad; dé fácil acceso para los equipos de trabajo que analizan y cargan la información, como para los usuarios.
A través de la tecnología el proceso de rendición de cuentas puede ser más dinámico y así
responder de manera periódica a los requerimientos de información.
Es una tendencia que recién se asoma en nuestro país y que están en desarrollo, pero que cada vez la vemos más en grandes compañías.
Ahora bien, requiere de un trabajo responsable previo en el cual se seleccionan esos indicadores a gestionar, medir y controlar. Pero una vez establecidos, la tecnología es un gran aliado para su seguimiento. Es importante que cada empresa seleccione la plataforma adecuada según sus necesidades, contexto y perfil y cultura organizacional; como lo hace cuando elige los asuntos a trabajar en sustentabilidad, también la selección de las herramientas digitales que acompañen es clave.
No todo está perdido, ante la creciente demanda no hay que alarmarse, sino: definir el impacto de la empresa en el desarrollo sostenible, los riesgos del entorno para con mi negocio, los temas relevantes en materia de sustentabilidad, los indicadores ASG para gestionar, medir y sistematizar, las metas a futuro, y luego comunicar.
Sin duda una tarea titánica, pero que a paso firme puede lograrse, y más aún de la mano de la digitalización de los procesos y la innovación tecnológica.
Tengamos en cuenta que es para beneficio de todos.
(*) Es Especialista en Sustentabilidad, Socia de Sustenia.