Por Fiorella Lotti
Junto a la ONG Joven Levántate, Fundación Danone capacita a mujeres en la preparación artesanal de yogures para repartir a niñas y niños en situación de vulnerabilidad. En el último año, 1408 niñas y niños recibieron el yogurt mensualmente, la producción mensual superó los 13 mil yogures.
A partir de la detección de déficit nutricional en niños y niñas, un grupo de mujeres que forman parte de la Asociación Civil Joven Levántate comenzaron a preparar yogur artesanal para acercar a las familias de Virrey del Pino, localidad de La Matanza, un alimento con gran aporte nutricional.
Esta ONG trabaja en territorio hace más de 10 años promoviendo el respeto de los derechos humanos a través de diferentes actividades educativas, apoyo a emprendimientos familiares, promoción de la salud y actividades recreativas.
“Son niños que no van a la escuela, no tienen vacunas, comen una vez al día en un comedor, están malnutridos o desnutridos, en la calle, sin límites, sin adultos presentes. Frente a esta realidad, buscamos rescatar la figura de la madrina como un adulto positivo para el niño, y el yogurt es nuestra excusa para acercarnos a la familia, como algo que alimenta y mima, y le da la posibilidad de comer algo rico”, precisa Silvia Domínguez, Directora de la ONG, quien es Docente, Psicóloga Social y Acompañante Terapéutica.
Es así como nacieron las “Yogurdrinas”:33 mujeres que amadrinan a varios niños y los visitan tres veces por semana en sus hogares con el objetivo de entregarles el yogur y compartir tiempo con las familias. “Siempre es la misma mujer para generar un vínculo estable. No solo les llevan el yogurt, sino que comparten tiempo con ellos, juegan y a partir de esta relación detectan otras problemáticas. La presencia estatal en la comunidad es casi nula, por lo que ellas ofician de puente entre la comunidad y el estado al articular con los servicios sociales del municipio”, explica Martin Dupaus, Coordinador de Fundación Danone.
Por cada pote de Yogurísimo, las yogurdrinas pueden elaborar siete yogures. Danone se sumó a esta iniciativa con la donación de insumos, que incluyen el yogurt madre, agua mineral, leche y azúcar. Además, identificaron la necesidad de estas mujeres de capacitarse para poder ayudar a las familias, y comenzaron a brindarles diferentes talleres.
En el último año, 1408 niñas y niños recibieron el yogurt mensualmente, y la producción mensual superó los 13 mil yogures. Así mismo, 80 mujeres recibieron capacitaciones.
Entre las capacitaciones que Danone les brinda se encuentran la elaboración del yogurt y manufactura, el cuidado de la infancia, la creación de huertas y talleres de alimentación y cocina. Para esto, trabajan con la fundación Encuentro entre Padres, que articulan con el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires y con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. También se busca acercarlas a otras organizaciones de La Matanza y de otras partes del país para replicar las acciones.
“La articulación con Fundación Danone significó un antes y un después. Nosotras no podíamos crecer más, y a partir de las capacitaciones logramos hacerlo”, indica Silvia Domínguez.
En una segunda instancia, y con el objetivo de mejorar el traslado del alimento y reducir los residuos, Danone realizó un research para encontrar un recipiente reutilizable y de larga vida, que mantenga la calidad del frío y no tenga pliegues para evitar la contaminación alimentaria. De esta manera, surgió Tupperware como partner ideal, y la empresa se sumó donando 800 recipientes herméticos que permite conservar el producto en perfecto estado.
Durante 2019, esta acción se replicó en cinco comedores de la Red Cáritas, y el proyecto para 2020 es llevarlo a la provincia de Córdoba. “En febrero vamos a viajar para conocer las organizaciones con la idea de que las yogurdrinas capaciten a otras mujeres. Todavía estamos en fase de exploración”, indica Dupaus.
En cuanto a los números, explica que aún no tienen indicadores de performance: “Queremos comenzar con una sistematización del proyecto para poder tener una foto exacta de lo que está sucediendo, poder generar manuales de procedimiento e indicadores de performance, para ver si hay que corregir algo y poder seguir creciendo. Nuestro rol es fortalecerlas y brindarles las herramientas necesarias para que el proyecto crezca y pueda funcionar solo”.
En el último año, 1408 niñas y niños recibieron el yogurt mensualmente, y la producción mensual superó los 13 mil yogures. Así mismo, 80 mujeres recibieron capacitaciones.
Alimentando el vínculo familiar
Al consultar por la relación con las diferentes familias, Domínguez cuenta que “al principio les cuesta la apertura de la casa, pero después con las actividades se sienten parte del proyecto. Se va generando un vínculo con todas las familias beneficiarias de manera progresiva”.
En cada casa donde entregan el yogurt, las yogurdrinasles enseñan a armar huertas. “Generalmente en estos hogares los terrenos están abandonados, por lo que esta iniciativa nos permite limpiar los terrenos, generar una actividad en la que participa todo el núcleo familiar, y producir alimentos con los que luego les enseñan a cocinar”, describe Dupaus.
“Cada yogurdrina les ayuda a limpiar, preparar la tierra y les enseña a sembrar, y todas las semanas ve cómo avanza, si lo riegan y qué hacen con lo que cosechan. Además les enseñan a consumir verduras que no conocen, como el pepino”, relata Domínguez.
Entre las acciones que realizan, también les ofrecen un espacio de corte de pelo y uñas, control de pediculosis, apoyo escolar a través del juego, unaludoteca móvil donde se trabajan valores, limpieza e higiene y solidaridad. “Todas las actividades están pensadas para que las realicen junto a sus madres y padres y así fortalecer el vínculo familiar”, asegura.
“Una de las cosas que nos fascinó de este proyecto es el trabajo de revinculación entre las familias, de los padres con los hijos, y que viene de la mano del yogurt para darles una nutrición afectiva a los chicos. Porque la alimentación no solo es comer el alimento sino que incluye un componente social de interacción con la familia”, subraya Dupaus.
De esta manera, las yogurdrinas se transformaron en referentes sociales y operadoras comunitarias, ocupando un espacio importante en la comunidad, lo que significa para ellas también un crecimiento personal. Y Dadone, a partir del empoderamiento de las mujeres a través del conocimiento, logra concientizar a la población sobre la importancia de los hábitos saludables y las buenas prácticas de fabricación, posicionando la categoría “yogurt” como un alimento con un alto beneficio nutricional.