Somos el agua que tomamos

Nicolás Wertheimer, Fundador de Agua Segura.

 

(*) Por Nicolás Wertheimer

Somos lo que comemos, dice el refrán. Pero yo prefiero decir que fundamentalmente, somos lo que tomamos. O mejor dicho, somos el agua que tomamos. Somos la cantidad y la calidad de agua que consumimos de pequeños, durante nuestra vida de adultos y también la manera en la que nos hidratamos cuando ya somos mayores.

Es por eso que el acceso al agua segura es de tanta importancia para el desarrollo humano en cualquier rincón del planeta. Como médico, creo que es un punto de partida indiscutible para que los niños y niñas del mundo gocen de una vida saludable y tengan las mismas oportunidades: agua limpia, constante y accesible. Pero además, ese acceso debe estar acompañado de una permanente tarea pedagógica de cuidado del recurso y de hábitos saludables. Pienso personalmente, que tenemos que tomar conciencia de la importancia que tiene el agua para nuestro desarrollo personal y colectivo.

En verano recordamos naturalmente lo importante que es hidratarse de manera frecuente para compensar las altas temperaturas. Disfrutamos de los ríos, piletas, mares y lagos cuando el calor nos sorprende en distintos rincones del país y el agua es a la vista de todos, nuestro aliado para vivir sanos y para disfrutar de actividades al aire libre. Pero pasados los calores sofocantes de enero y febrero, debemos tener muy presente la importancia de la hidratación y los hábitos saludables que son la base de una buena salud en chicos y grandes.

Sin embargo, la relación que tienen muchas comunidades con el agua es tan diversa como lo es el desarrollo local y el clima que se presenta en cada región del país. Como médico y emprendedor social, tuve la oportunidad de trabajar en distintas ciudades de Argentina y del mundo. Recorrí comunidades con mayores y menores recursos. Conocí parajes rurales localizados en medio de la montaña, en los que prácticamente no llueve nunca y el agua es un tesoro valioso que debe cosecharse en tanques o recolectarse en aljibes. También aprendí que el cuidado de las vertientes es vital para muchos habitantes que basan su desarrollo en la riqueza de sus afluentes y que la escuela es el mejor lugar para construir una conciencia futura del cuidado de nuestros entornos naturales.

Vivir en armonía con el mundo que nos rodea supone también comprender que el agua es un recurso escaso y responsabilizarse en su consumo y por su cuidado. Ese es el espíritu que quisiera transmitir con las palabras que aquí comparto. En verano, en invierno, en la aridez de la puna o en la humedad misionera, los niños y niñas deben poder hidratarse frecuentemente con agua segura. Limpia de virus, bacterias y parásitos y al alcance de todos, reduciría el 50% de las camas de internación pediátrica de los hospitales.

Con paciencia y perseverancia, con vocación emprendedora se articulan esfuerzos, con mirada pedagógica y respetando los procesos de cada comunidad, podemos transformar la realidad de millones de chicos y chicas. Mi tarea personal, y la de muchísimas personas es la de aportar en este camino de cuidados que preservan la calidad de vida presente y futura de todos. El mensaje es simple y claro “como el agua”: cuidemos el planeta, cuidemos nuestra salud, cuidemos el agua.

(*) Es Médico M.N. 143.773 y emprendedor social. Fundador de Agua Segura

Artículo anteriorEl BNA firmó un convenio con la Climate Bonds Iniciative (CBI)
Artículo siguienteEncuentros abiertos en los centros de verano