Las alianzas multisectoriales que van a mejorar la educación

Andrea Bergasmachi, especialista senior en educación del BID, Mercedes Miguel, Secretaria de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, Darwin Caballero, Secretario General de REDUCA, y María Cortelezzi, directora ejecutiva de Educar 2050.

Durante el primer encuentro regional entre el BID, Reduca y el Proyecto Educar 2050 se habló del futuro del aprendizaje en América Latina.

Por Vanesa Listek

Con el desafío de mejorar los resultados de aprendizaje de los estudiantes de América Latina, se realizó en la Ciudad de Buenos Aires el Primer Encuentro Regional de Alianzas Multisectoriales en Educación. Durante los encuentros del 18 y 19 de junio, se promovió el intercambio de ideas y experiencias entre quienes trabajan por la educación en los sectores público y privado en la región, revalorizando el trabajo colaborativo.

La iniciativa organizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Red Latinoamericana por la Educación (REDUCA) y el Proyecto Educar 2050, evidencia que la participación del sector privado y de las sociedades civiles pueden contribuir a mejorar los resultados educativos tanto en acceso como en calidad, jugando un rol significativo en definir prioridades de políticas y estrategias de acción.

“Tomando la visión de que la educación no es solamente una responsabilidad del estado, sino compartida, vemos la posibilidad de avanzar en los retos de la agenda educativa de una manera más ágil, innovadora y colaborativa”, dijo Andrea Bergamaschi, especialista senior en educación del BID, durante la apertura del encuentro. Para la organización financiera internacional es fundamental entender cómo ha avanzado la región en esta materia en los últimos años, donde observan mayor impacto positivo y cómo pueden apoyar el diálogo y a la agenda de la educación.
El objetivo del encuentro fue compartir experiencias en Alianzas Multisectoriales en Educación (AME), los principales desafíos y las lecciones aprendidas. Mediante este intercambio, se buscó reflexionar sobre el trabajo de las AME, compuestas por autoridades educativas, sociedades civiles y líderes empresariales, partiendo de la premisa de que a través de ellas es posible generar un impacto sistémico y estructural, que vaya más allá de los resultados de una intervención individual.

Para Mercedes Miguel, secretaria de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, “la política pública educativa es una de las más trascendentes para cambiar la vida de las personas; y aunque sabemos que la educación es un derecho humano, llevarlo a la práctica se vuelve cada vez más complejo cuando existen poblaciones inmensas que no acceden a escuelas”. La funcionaria también destacó su pasión por el aprendizaje como una instancia en la cual los chicos descubren cómo traccionar su vida con libertad.
En el país, 638.000 niños de entre 3 y 5 años no van a la escuela. Es por esto que uno de los mayores desafíos del Estado es lograr que cada niño y niña ingrese en la trayectoria escolar. Pero para eso “nos falta una mirada integral y soluciones concretas y efectivas, que muchas veces nos las da este tercer sector -compuesto de organizaciones sociales- que tiene años de experiencia y puede enriquecer nuestra agenda”, concluyó Miguel.
Se requieren las alianzas multisectoriales ya que si bien la cobertura en la educación para la primera infancia en América Latina creció en toda la región pasando de un 56% a un 74%, aún existe desigualdad en el acceso y enormes diferencias entre países. De acuerdo al último informe de REDUCA, más de la mitad de los alumnos de primaria en la región, no alcanzan los conocimientos mínimos para su nivel escolar. Mientras que el 18% de los latinoamericanos entre 15 y 19 años no estudian ni trabajan, y solo el 21% de los jóvenes más pobres del continente termina la secundaria.

Según los expertos, estos números alarmantes ameritan un diálogo y políticas públicas acorde a los desafíos de la región, dado que para enfrentar la pobreza, la desigualdad y la discriminación hay que alcanzar una educación de calidad. Uno de los puntos de partida es el análisis de datos para poder recrear un mapa de la deficiencia educativa de la región, algo que REDUCA hace desde su Observatorio educativo online, que, a través de su plataforma web, monitorea de forma fácil y didáctica la situación educativa de niños, niñas y adolescentes.

“Esta iniciativa surge de una necesidad: el gobierno no es suficiente para alcanzar los niveles de logro de nuestros sistemas educativos”, explicó Darwin Caraballo, secretario general de REDUCA. Además remarcó la importancia de las asociaciones público-privadas como una herramienta útil para desarrollar agendas de largo plazo. “El sector privado entendió que los gobiernos tienen tiempos políticos diferentes, muchas veces menores a la necesidad de cambios estructurales que tienen nuestros sistemas, mientras que ellos pueden garantizar transformaciones educativas con una visión hacia el futuro”, continuó.

Convencida de que el trabajo en alianza entre diferentes sectores es la clave para la mejora educativa de la región, María Cortelezzi, directora ejecutiva de Educar 2050, contó que este proyecto busca recuperar aprendizaje de organizaciones que, en alianza con el sector público y privado, tienden puentes, construyen estrategias, vinculan actores, y ponen en marcha múltiples líneas de acción para dar una educación equitativa, de calidad e inclusión para los niños latinoamericanos.
“Hoy somos mas de 20 organizaciones, todas de diferentes sectores y de cinco países de América del Sur; convocados por la mejora en cada uno de nuestros países, contribuimos a hacer que la educación suceda y que se movilice la sociedad”, indicó Cortelezzi. Para Educar 2050 la educación es un espacio compartido, y aunque el Estado es su garante, es un bien público que necesita de la participación de todos.
Durante el encuentro, se expusieron experiencias exitosas de alianzas multisectoriales en educación en Brasil, Uruguay y Argentina, mientras que también se realizaron mesas de diálogo sobre los desafíos, la gobernanza, la articulación y el financiamiento de las AME. Donde se concluyó que estas alianzas deben tener objetivos claros, con una visión conjunta, planificación, liderazgo, empatía de los participantes y sistematización.
Javier González, director de SUMMA (Laboratorio de Investigación e Innovación en Educación para América Latina y el Caribe) planteó que la desigualdad es uno de los principales problemas que afronta la educación en América Latina y destacó que “estamos hablando de sociedades brutalmente desiguales donde las personas nacidas en familias de bajos ingresos en países como Chile y Argentina les llevará seis generaciones en alcanzar el ingreso promedio de su país, (según un informe de la OCDE), mientras que en Colombia necesitarán de 11 generaciones”.

“Hay una urgencia real que necesita cambiar lo que estamos haciendo, y para eso es fundamental lograr alianzas que trabajen en educación para alcanzar una mayor articulación frente a los desafíos”. Añadió también que “es clave el apoyo de la sociedad civil para el mejoramiento educativo, luego, el gran desafío es cómo escalar estas buenas iniciativas”.

Según datos de la OCDE, Argentina se encuentra por debajo de Chile y el promedio de países OCDE en las tres categorías de la evaluación PISA (un estudio llevado a cabo por la OCDE a nivel mundial que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura). A pesar de que en los últimos años la evolución del gasto promedio en educación (como porcentaje del Producto Bruto Interno o PBI) es creciente en la Argentina -con casi un 16% del PBI en los últimos años- no se ha logrado una performance significativamente superior en los resultados educativos medidos a través de esta prueba.
Esto es un problema para González, ya que si no hacemos nada “a países como Perú le tomará 25 años más llegar al promedio PISA de la OCDE y a Colombia 29 años, otros países de la región ni siquiera alcanzan a converger a una métrica de los estudios PISA”.
Es común escuchar que no hay recursos para la educación, sin embargo, el promedio del gasto en educación en la Argentina en los últimos seis años fue mayor que el de Chile y respecto al promedio de América Latina y países de la OCDE, nuestro país también se ubica en niveles superiores de gasto en relación al PBI. Sin embargo, el gasto en educación no es lo único que importa. Para Vanesa Souto, Coordinadora de Proyectos de Todos Pela Educacao de Brasil, los números del país en términos de aprendizaje son preocupantes a pesar de que durante los últimos años se invirtió más dinero por alumno.

El 58% de los jóvenes brasileños no puede terminar su educación y más de 2.5 millones de niños y adolescentes están fuera de las escuelas. “Queremos cambiar esta realidad educativa histórica con desigualdad regional social y económica; con diferencia de escolaridad entre los más ricos y los más pobres; donde solamente el 57% de la población negra va a las escuelas, y donde calificamos entre los 15 peores países en un índice comparativo de los 70 países evaluados globalmente en el índice PISA”, enfatizó Souto.

El Proyecto Educar 2050 es una asociación civil dedicada a concientizar a la sociedad acerca de la importancia de la educación de calidad e incidir en políticas públicas, para que la Argentina logre una transformación educativa que permita el desarrollo pleno de los niños y jóvenes. Dónde buscan la participación de la sociedad civil y del sector privado. Al encuentro asistieron representantes de todos los sectores de los países de la región Sur: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, y se constituyó en el primero de tres encuentros a nivel regional. Y sabiendo que para solucionar el problema, nadie puede hacerlo solo, el objetivo es el derecho a la educación y una agenda colectiva que la acompañe.

Artículo anteriorUn puente a partir del idioma
Artículo siguienteLa vivienda como elemento clave e integrador para el cumplimiento de la agenda 2030 y los ODS