Mastellone Hnos. anunció la verificación de su huella de carbono bajo la norma ISO 14064-1, otorgada por el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM), siendo la primera empresa láctea del país en obtener este reconocimiento.
Este logro es el resultado del trabajo del Comité de Cambio Climático de la compañía, que reúne a las áreas de Sustentabilidad, Sistemas de Gestión, Medio Ambiente, Higiene y Protección Industrial (MAHPI) y Desarrollo de Proyectos Técnicos. La movida forma parte de la estrategia de sustentabilidad que Mastellone viene impulsando para reducir su impacto ambiental. Y no fue tarea sencilla: el proceso requirió la colaboración de muchísimos sectores, como Operaciones, Mantenimiento, Compras, Comercio Exterior, Logística, Transporte de Materia Prima Láctea, Automotores e Ingeniería. En pocas palabras, fue uno de los proyectos más transversales y complejos que la empresa encaró en los últimos años.
“Haber logrado la verificación luego de un trabajo de tantos años es motivo de celebración para todos los que somos parte de la organización. Este nuevo sello mantiene a la compañía a la vanguardia en temas de sustentabilidad y la posiciona a nivel nacional e internacional”, afirma Ignacio Masó, gerente de Coordinación de Sistemas de Gestión e Inocuidad de Mastellone Hnos.
Como además explicó Juan Alonso, jefe de gestión y control ambiental, “este es un proceso que inició hace mucho tiempo”. Si bien el documento con la certificación ISO lo recibieron ayer, en realidad el camino comenzó en 2018, cuando incorporaron la huella de carbono como pilar dentro de su estrategia de sustentabilidad.
Para el relevamiento, se trabajó en 72 establecimientos que representan el 16% de la leche que recibe la compañía, tomados como muestra de un total de 557 tambos proveedores. En cada uno de ellos se recabó información muy detallada: desde el manejo de los animales y su alimentación, hasta los sistemas de producción y el uso de fertilizantes.
“En la bibliografía del país no hay estudios con una muestra tan grande”, destacó Masó. Justamente, por no depender de la bibliografía existente, el trabajo fue mucho más exigente y requirió una colaboración estrecha con los productores. “Es muy intenso y se necesita mucha información, ahí estuvo el principal desafío”, sumó Alonso.
Y no sólo se analizaron los tambos, que representan el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la cadena, sino también todos los demás eslabones: transporte, producción y distribución. Es decir, calcularon su inventario de emisiones desde el momento en que la vaca se alimenta hasta que el producto lácteo llega a la góndola.
“El objetivo final no es sólo medir, sino tomar decisiones y hacer algo con eso”, señaló Alonso, quien remarcó que conocer con precisión cuántas emisiones se generan y en qué etapas permite diseñar planes concretos y establecer objetivos de corto y mediano plazo.
En la misma línea, Mastellone continúa impulsando proyectos vinculados a la adquisición de energía eléctrica renovable, sustitución de fuel oil por gas natural, mejoras en el perfil ambiental de sus packs a través del compromiso de Packaging Sustentable 2030, aumento de la tasa de reciclaje de residuos, reducción de efluentes y disminución de kilómetros recorridos por los camiones de recolección y transporte de leche. Todas estas acciones apuntan a profundizar la reducción de su impacto ambiental y consolidar el camino iniciado con la certificación.