En la actualidad, son pocos quienes dudan de la existencia del cambio climático, así como de la necesidad de realizar cambios relevantes en favor del ambiente. El contexto de pandemia actual que atraviesa el mundo nos impone la necesidad de replantear la forma en la cual nos relacionamos con nuestro planeta. “La pregunta del millón es cómo financiar, en los diferentes ámbitos, los cambios necesarios para transformar a la actual economía en una que sea baja en carbono. Para ello, las finanzas sostenibles (con los Bonos Verdes como insignia) pueden cumplir un rol preponderante. Por esa razón estamos trabajando con ese sector”, señala Pablo Cortínez, punto focal de Finanzas Sostenibles de Fundación Vida Silvestre.
La emisión de bonos verdes, así como también de bonos sociales, son una alternativa de fondeo no tradicional que ha sido escasamente aprovechada en Argentina. Dejando de lado por un momento la coyuntura, las provincias también pueden utilizar este instrumento del mercado de capitales. “Durante años estructuré bonos sub-nacionales, y el destino de los fondos generalmente era refinanciar deuda. Pero las provincias pueden emitir Bonos Verdes para financiar obras de infraestructura que potencien las economías regionales, tanto la industria como el campo, proyectos de biomasa, gestión de residuos y traccionar cadenas de valor sostenibles, a modo de ejemplo. Financiar proyectos que cuidan la naturaleza es una combinación buscada por un número creciente de inversores, que en 2019 compraron a nivel global USD250.000 millones”, complementa este economista de amplia experiencia en el mercado de capitales.
La Región Chaqueña resulta un área clave para la sostenibilidad, ya que es una de las regiones más amenazadas por la deforestación y conversión de ambientes naturales a causa del uso no planificado de los recursos y el avance de la frontera agropecuaria. Los cambios necesarios que nos conduzcan a una economía más amigable con el ambiente no pueden producirse de manera inmediata: la transición requiere contemplar la situación social y económica de cada región. El sector financiero y, en particular los bancos de la región, pueden jugar un papel importante facilitando esa transición, ya que conocen al sector productivo local y regional.
En relación al momento para salir en búsqueda de estos fondos,además de considerar las prioridades actuales que se deben atender, Cortínez manifestó que “la experiencia indica que estructurar cualquier emisión de títulos de deuda lleva tiempo, y más aún si hablamos de Bonos Verdes, para lo cual existe un trabajo previo importante a realizar. En consecuencia, pensando en el ‘día después’, resulta crítico prepararse con anticipación, para estar en condiciones de emitir en esas ventanas de tiempo que suele dar el mercado”.
En el marco del trabajo en finanzas sostenibles iniciado hace varios años, Fundación Vida Silvestre, en conjunto con BID Invest, actuó como promotor de una iniciativa inédita en Argentina que se lanzó en 2019: el Protocolo de Finanzas Sostenibles, que ya fue firmado por 19 bancos que tienen una participación de mercado conjunta del 80%, medida por volumen de préstamos. ABA, ABAPPRA y ADEBA se sumaron al Protocolo como Testigos de Honor. El objetivo de este acuerdo es construir una estrategia de finanzas sostenibles en la industria bancaria y facilitar y fomentar en entidades financieras de Argentina la implementación de las mejores prácticas y políticas internacionales que promuevan la integración en las finanzas de aspectos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, según sus siglas en inglés).
En pos de continuar con esta iniciativa, la nueva meta es evaluar con directivos y personal bancario de la Región Chaqueña los aspectos relacionados con las finanzas sostenibles, teniendo en cuenta el crecimiento que ha tenido en los últimos años en el mundo, y las posibilidades de desarrollo en la región que guarda el mayor bosque nativo de Argentina. También busca destacar las oportunidades de negocio que representan, y plantear la necesidad de incorporar la temática al análisis de riesgos e inversiones. “Lo hacemos de manera individual o en conjunto. Por ejemplo, a través de workshops de Finanzas Sostenibles, como el primero que realizamos en Resistencia el año pasado”, complementa Cortínez, para agregar: ”El segundo workshop estaba programado para abril, también en la región, pero a raíz de la irrupción del COVID-19 estamos evaluando alternativas para su realización. Las entidades que ya adhirieron al Protocolo incluyen bancos privados locales, públicos e internacionales, de tamaños muy variados. Así como en septiembre se sumó el Banco de Córdoba, otros estarían firmando en breve, y esperamos que próximamente se sumen bancos de la región chaqueña.”
A pesar de su gran valor, el Gran Chaco es una de las regiones boscosas más amenazadas del planeta, principalmente por el cambio de uso del suelo para producción agropecuaria y forestal, lo que causa deforestación, degradación de sus ambientes naturales, desplazamiento y empobrecimiento de las comunidades indígenas y pérdida del patrimonio cultural. En Argentina ya se ha perdido más del 30% de los bosques chaqueños. Entre 2007 y 2017, a pesar de contar con la Ley de Bosques Nativos, se perdieron cerca de 3 millones de hectáreas en la ecorregión, equivalente a la superficie de Misiones o a 34 canchas de fútbol por hora.
A partir de un acuerdo de asistencia técnica entre Fundación Vida Silvestre y el INTA, se modelizaron escenarios futuros en la región chaqueña bajo distintas alternativas de expansión agropecuaria. Los resultados arrojaron que, si la deforestación continúa avanzando a las tasas registradas entre el 2007 y el 2014 –en un escenario tendencial– hasta el 2028 se perderían otras 4 millones de hectáreas de ecosistemas naturales, de las cuales 2 millones –en su mayoría bosques– tienen alto valor de conservación.
Por esta razón, resulta oportuno llevar adelante estrategias que permitan producir y consumir de manera sustentable, fomentando que el sector financiero contribuya con la creación de modelos de negocios de triple impacto, procurando no sólo ser rentables, sino también generar impacto social y cuidar el ambiente, garantizando la sostenibilidad en el largo plazo.