Ley de pilas: ya hay un plan para gestionarlas correctamente una vez que se agotan

... © Greenpeace Argentina / Martin Katz

Los productores, distribuidores y comerciantes deben hacerse responsables del enorme daño ambiental que generan las pilas usadas.

Por Vanesa Listek

La problemática de la contaminación ambiental que producen las pilas y baterías usadas es global, sin embargo, el negocio del reciclaje es pequeño en comparación con la gran industria de baterías, y hasta el día de hoy, solo el ácido de plomo puede reciclarse de forma rentable. Por eso, el objetivo principal de construir una buena batería es su larga vida, seguridad y bajo precio. Reciclar es algo que se deja para el último momento y los fabricantes hacen poco para simplificar la recuperación de los metales preciosos.

Las baterías usadas son desechos peligrosos, sin embargo, las estamos colocando en los rellenos sanitarios junto con toda la demás basura que tiramos. Pero a partir de ahora, una nueva ley obligará a los importadores y distribuidores a desplegar y financiar un circuito de recuperación y disposición de estos artículos.

El 12 de julio, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó con 53 votos a favor y 2 abstenciones el proyecto de Ley para la Gestión Integral de Pilas en Desuso presentado por el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño (MAYEP), a través de la Agencia de Protección Ambiental (APrA).

La ley considera a las pilas en desuso como Residuos Sólidos Urbanos (RSU) sujetos a un manejo especial por sus potenciales características de peligrosidad, nocividad o toxicidad. El esquema, según estimaciones oficiales, se pondría en marcha progresivamente antes de fin de año.

Con un consumo de casi 40 millones de pilas por año, de acuerdo a un informe que presentó el Observatorio Ambiental de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, el Estado y las empresas deben comenzar a transitar el camino del reciclaje. Además, de acuerdo al detallado informe de 2016, las pilas y baterías de uso domiciliario que entran al país superan las 45.000 toneladas anuales. A principios de 2017, un contenedor con 10 toneladas de pilas usadas partió hacia Francia para ser recicladas. Las empresas importadoras de pilas costearon el envío de las más de 400.000 pilas que habrían sido recolectadas como parte de una campaña en 2008.

Durante años, la mayoría de los ciudadanos se preguntaban qué hacer con todas las pilas consumidas y descartadas, las acumulaban en tarros de plástico para luego buscar un destino viable donde depositarlas, pero muchos resolvieron tirarlas a la basura dada la falta de puntos de reciclaje en todo el país, terminando como parte de rellenos sanitarios junto a la basura común, con un alto riesgo de contaminación si se filtran sus componentes a las napas. Sólo en la Universidad Nacional de La Plata funciona, desde hace cuatro años, la primera y única planta piloto de reciclado de pilas, bajo un procedimiento patentado por la institución.

La Planta Piloto Multipropósito tiene por finalidad el cuidado del ambiente. En esta planta se desarrolla un proceso que permite la recuperación de los metales presentes en las pilas agotadas logrando, por un lado, evitar la contaminación de suelos y aguas subterráneas y por otro, recuperar los metales para su reutilización, disminuyendo la explotación minera y la contaminación en la producción de los mismos.

Según Greenpeace las pilas son sustancias peligrosas con las que convivimos todos los días: 30% de su contenido es tóxico. Desde hace años que la ONG considera a las empresas fabricantes de pilas y baterías corresponsables del acopio de estos materiales al final de su vida útil y responsables de innovar su tecnología y sustituir los tóxicos por sustancias que no dañen la salud ni el ambiente. Para Leonel Mingo, coordinador del área de campañas de Greenpeace, “cuando una pila cumple su ciclo de vida útil, debe regresar al fabricante”.

El crecimiento de la industria eléctrica, electrónica y la fabricación de smartphones dispararon la producción y el consumo de pilas, sin embargo, Mingo dijo en conversación con Visión Sustentable que varios papers académicos aseguran que si se reciclaran todos los residuos electrónicos, no se necesitaría extraer minerales de la tierra. “Con todos los celulares, televisores y consolas que se desechan, se podría abastecer la demanda mundial de baterías de celulares”, continuó.

Es posible que durante décadas, la industria y el comercio no se preguntaron el impacto que causarían en el ambiente estos productos, especialmente en países como la Argentina, donde se tiran en cualquier lugar. Es que de acuerdo al último informe del Instituto Nacional de Tecnología Industrial del Ministerio de Producción, los ácidos, álcalis, sales y metales pesados como el mercurio, cadmio, níquel, litio, zinc, manganeso y plomo, hacen que las baterías y pilas resulten riesgosas para la salud y el ambiente, en general, frente a una inadecuada gestión de las mismas.

Detalla el documento de 2016 que cuando se produce el derrame del electrolito contenido en las pilas, éste arrastra los metales pesados que la conforman, que a su vez pueden atravesar el suelo y fluir por cursos de agua contaminando recursos naturales y afectando la salud de las personas. Desde una alta exposición de mercurio que puede dañar el cerebro, los riñones y al feto durante el embarazo; hasta el cadmio, calificado como cancerígeno (ya que al inhalarlo produce lesiones en los pulmones y al ingerirse puede causar trastornos en el aparato digestivo), la exposición a estos metales proponen una amenaza a la salud humana.

Alternativas
Las baterías son caras y tienen una vida útil relativamente corta. Las decenas de toneladas de baterías desechadas deberían ser un incentivo para que las empresas comiencen a reciclarlas. Con un mercado mundial anual de 33 mil millones de dólares, el ácido de plomo es la batería más común en uso, seguida por el litio con 16.6 mil millones de dólares y el nickel con 2 mil millones de dólares.

Aún así, para Mingo la ecuación es simple, “es un millón de veces más barato reciclar, ya que todos los residuos electrónicos tienen un nivel altísimo de reciclaje, como el cobre con un 95% y el oro con un 100%”. Sin embargo, asegura que el reciclaje y la minería no son compatibles. “Nosotros creemos que ahí es donde está el problema, porque sabemos que se necesita un cambio de mindset, pero hay agentes que no quieren abandonar un modelo de negocio que hoy por hoy es muy redituable”, concluyó.

Por su parte, el MAYEP asegura que esta nueva ley obliga a los productores a hacerse cargo del tratamiento de pilas una vez que son consumidas, ya que representan uno de los desechos domiciliarios con mayor potencial contaminante. La medida alcanza a las pilas de uso común AA, AAA, AAAA, C, D, N, prismáticas 9V, y de tipo botón, tanto primarias –no recargables- como secundarias –recargables-. Pero introduce un concepto nuevo: el de responsabilidad extendida del productor.

El titular del MAYEP, Eduardo Macchiavelli, confirmó en los días posteriores a la aprobación de la norma que “los productores, fabricantes, importadores, distribuidores y quienes comercialicen pilas conforme a la presente ley son responsables de la puesta en el mercado de esos productos y, por eso, deben hacerse cargo también de lo que ocurre con ellas luego de su consumo. Para lo que tendrán que presentar un plan detallado ante la APRA para explicar cómo recolectarán, transportarán, tratarán y dispondrán los residuos, teniendo en cuenta la protección del ambiente y la salud humana, y usando la mejor tecnología disponible para la recuperación, reciclado, tratamiento y disposición final”.

Además, una vez aprobado el plan, deberán financiarlo y ponerlo en marcha y están obligados a disponer de puntos de recepción de las pilas usadas en sus locales comerciales en la etapa de disposición inicial y recolección.

En el mundo
La peligrosidad de los tóxicos que contienen las pilas y baterías ha generado que se tomen medidas especiales en muchos países, tales como: la reglamentación del contenido máximo de metales pesados admitidos en las pilas; la implementación de sistemas de recolección diferenciada y posterior tratamiento para evitar que se desechen las pilas con los residuos domiciliarios, y el apoyo a la investigación para el desarrollo de dispositivos menos contaminantes.

Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA por sus siglas en inglés) impuso pautas estrictas en el reciclaje de baterías de plomo y ácido. Las plantas de reciclaje deben estar selladas y las chimeneas equipadas con depuradores. En tanto, para verificar la posible fuga de partículas de plomo, el perímetro de la planta debe estar rodeado de dispositivos de monitoreo de plomo. La EPA sabe que a veces las reglas se rompen y las baterías pueden terminar en México y otros países en desarrollo con regulaciones más relajadas. China, un líder en la producción de baterías de plomo ácido, también tomó medidas para proteger el medioambiente al introducir pautas estrictas que sólo empresas con buena reputación pueden cumplir.
Algunos fabricantes, como Energizer, ya comenzaron a incluir materiales de baterías domésticas recicladas en sus baterías nuevas. El contenido reciclado solo llega al 4% en la actualidad, pero la empresa espera que aumente a un 40% en los próximos años.

Por otro lado, las baterías usadas del vehículo Nissan Leaf ya pueden ser reusadas en algunas partes del mundo. Es que las baterías, luego de haber sido usadas en los vehículos, poseen una gran capacidad de almacenamiento y de suministro; es por eso que el pasado junio, el fabricante japonés de automóviles inauguró en el estadio Johan Cruyff Arena, en Holanda, el sistema de almacenamiento de energía más grande de Europa alimentado por 148 baterías del auto Leaf, que funciona de forma independiente, sin conexión a la red eléctrica convencional.

Poco después de la aprobación de la ley de pilas, Visión Sustentable recibió un comunicado del fabricante mundial de pilas Duracell, que confirmó que están innovando para hacer las baterías más sostenibles reduciendo la cantidad de residuos: una pila alcalina Duracell superior equivale a 10 baterías comunes ineficientes de zinc carbón. En la Ciudad de Buenos Aires ya están coordinando los detalles del plan según los requerimientos de las nuevas regulaciones
Habrá que esperar hasta el año que viene para comprobar que la ley se aplique correctamente, pero como dicen desde Greenpeace, “es una buena ley, el temor es que permanezca en un texto y sea imposible de cumplir”.

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