Huerta orgánica en el sur

En la localidad de Plottier, Provincia de Neuquén, la huerta orgánica “Los García” produce 80 toneladas de frutas finas congeladas al año, vende sus productos en negocios y restaurantes de la zona y cuenta con una tienda de te y dulces artesanales.

Desde 1996, Verónica y Marcelo llevan adelante Los García, una huerta orgánica ubicada en la localidad de Plottier, a 15 km de la ciudad de Neuquén, que se dedica a la producción de frutas finas como las moras, frambuesas, frutillas, arándanos y grosellas, producidas sin la utilización de pesticidas.

Por unos amigos se enteraron que el Gobierno de la Provincia de Neuquén otorgaba créditos a jóvenes emprendedores para reactivar la producción. A través del Consejo Federal de Inversiones –CFI- fueron elegidos y recibieron un préstamo de 8 mil pesos, luego les otorgaron otro de 5 mil y, por último, 16 mil pesos más, que ya fueron devueltos en su totalidad. “Cuando uno tiene una necesidad el universo se complementa con uno y las cosas llegan”, sostiene Verónica, y asegura que este emprendimiento les cambió el presente y el futuro a toda la familia.

De las frutas frescas a los congelados

Durante el primer año, los García invirtieron todo el dinero en la chacra de 1 hectárea y en la compra de herramientas para su producción. Al año siguiente pudieron cancelar el crédito y de ahí en más el proyecto comenzó a sustentarse.

Como uno de sus vecinos tenía frutillas, intentaron probar suerte con esa fruta y fueron los primeros frutilleros de la zona. “Aprendimos mucho de los errores, el primer año pusimos tomates y frutillas y no nos fue bien. La frutilla necesitaba otro tipo de suelo, y se adaptó mejor la frambuesa y la mora, que las conseguimos regaladas porque un campo vecino las tiraba y Marce fue a buscarlas”, recuerda Verónica. Así empezaron a trabajar junto a otros productores y le dieron la identidad a Plottier de producción de fruta fina.

Con el paso del tiempo, nació la Casita de Sabores porque “no sabíamos qué hacer en el invierno y me puse a cocinar para la gente”, cuenta Verónica entusiasmada. Y como Marcelo ya había dejado su trabajo para poner toda la energía en este negocio, decidieron crear un espacio para tomar el té con dulces artesanales, tortas, galletitas y unos increíbles licuados de frutas. En los comienzos, atendían directamente adentro de su casa, después construyeron un lugar muy cálido y más grande para que los clientes pudieran sentarse a disfrutar.

Después de 7 años, Marcelo tuvo la idea de comenzar a vender fruta congelada, en esa época sólo se vendían frambuesas, y hoy son los pioneros en congelados sumando el ananá, arándano y mango, entre otros. “Tuvimos que cambiar las costumbres de la gente. Antes consumían frutas frescas según la estación, ahora saben que pueden cocinar todo el año con cualquiera de estas frutas finas. Fue un trabajo de concientización”, explica Marcelo, después de meterse en la cocina de sus clientes y que entendieran que de esta manera también podían tener un mejor control de stock.

Hoy sus productos están presentes en restaurantes, pastelerías, hoteles, ofrecen servicio de catering en distintos lugares de la provincia de Neuquén y Rio Negro y también trabajan con otros productores para poder cubrir el volumen necesario.

Asimismo, Los García cuenta con una producción de 1 hectárea y en el mercado local vende entre 70 y 80 toneladas de frutas congeladas por año en Neuquén, El Bolsón y Bariloche. El próximo objetivo es vender en supermercados dentro de dos años. Hoy son 5 los que trabajan en este emprendimiento y ya hay 10 chacras más que producen frutillas.

Aunque Verónica y Marcelo ya se divorciaron hace tiempo, él asegura que ella es la mejor socia que pudo haber elegido y en la que más confía.

Talleres de alimentación saludable

Para que los chicos de jardín de infantes y escuelas conozcan el proceso y aprendan sobre alimentación saludable, Los García tiene sus puertas abiertas para que los visiten y realicen talleres. “Lo hacemos como una ayuda a la comunidad, para que los chicos aprendan a cuidar el medio ambiente”, agrega Verónica. “Les explicamos que la comida que ellos consumen viene de pequeños productores, la importancia de tener una alimentación saludable y que tienen que comer más frutas y menos caramelos”. Según las edades, ella adapta un recorrido por la huerta y luego realizan la actividad práctica, elaboran dulces y, según la época, cosechan y se llevan un frasquito ó siembran y plantan. También llegan chicos con discapacidades y adolescentes con problemas sociales, la idea es que todos vivan la experiencia de que se pueden hacer las cosas de otra manera.

Artículo anteriorDistintos colores, misma ilusión
Artículo siguienteTelefónica amplía licencias por paternidad y extiende beneficios a empleados